Iris

Sos tan bella y cambiante. Segura, rotunda. Clara en tu deseo, en tu paso que busca firmeza y después avanza.

Te espero, mi amor. No sos una más entre la multitud porque yo estoy acá, te estoy buscando.

Somos muy distintos: vos chiquita y arrepollada, yo ya viví tantas vueltas sin marearme…y ahora te quiero encontrar para hacerte upa, aunque ni pueda, porque estás tan grande y hermosa.

Y habrás llorado, triste, sola y sin entender nada o preguntándote algún por qué que nadie supo responder. Yo tampoco lo sé.

Si pido que me escuches nada más, que me veas, que esta vez me des la oportunidad de reparar algo de lo que no sé por qué hice tan mal.

No estaba seguro, no te vayas por favor.

Jamás voy a perder el tesón ni voy a faltar nunca a nuestra cita aunque sea un monólogo, este encuentro que no aceptás, este ruego: Iris, veo a través de vos, me encuentro en tus ojos y el sonido de tus carcajadas, aunque nunca son para mí porque estás tan enojada, porque me odiás y yo no sé cómo pedirte un poco más de perdón.

Hoy quiero que me escuches.

Podés vivir conmigo, podemos empezar otra vez. Voy a esforzarme mucho más para que sientas que existe la justicia, que vos tenés derecho. Sé que no hay forma de que cambie lo que pasó pero el futuro todavía no existe y puede ser que lo hagamos como queremos.

Confiá en mí, te estoy buscando, te estoy pidiendo que me mires con otros ojos. No te digo nada de oportunidades porque hasta a mí me resulta absurdo. Por qué vos me vas a dar una oportunidad a mí si yo te las saqué a todas.

Si no te animás a formar una pareja porque no creés que nadie se te acerque por amor, si pensás que eso no existe.

Y creés que tenés menos posibilidades que el resto, que no tienen nada, pero seguro sentís que tienen más que vos.

Si te arrepollás en esa tristeza, chiquita, cómo usaste esa palabra…me quedó astillada en el corazón. La escuché de casualidad, porque nunca querés hablar conmigo.

Arrepollada, dijiste.

Y no saliste de un repollo, hijita, acá estoy con todo mi compromiso y necesidad de cuidarte, te estoy esperando cada día en cada salida de la escuela. Hoy estoy decidido a convencerte para que vengas conmigo, a que tengas lo que no te di porque no supe cómo, quiero que sientas que existe el amor y que puede ser incondicional, que no creas que tuviste alguna responsabilidad, yo tendría que haber sabido, pero tampoco me lo habían enseñado.

Te veo pasar otra vez tan indiferente, clara y segura pero sin escucharme, intentando mirar para otro lado, siempre te vas del brazo de tu amiga, hoy me voy a atrever a zambullirme en la confianza, hija mía, mirame, soy tu padre y siempre te espero, no voy a dejar de venir nunca.

-Iris, agarrate fuerte de mi brazo. El tipo de siempre se nos está acercando. No te asustes si empezamos a correr. No sueltes el bastón.

Deja un comentario