En el cuento de Julio Cortázar La escuela de noche, aparece un personaje al que el narrador se encarga de ensalzar. Es generoso, audaz, perceptivo, inteligente. Aunque finalmente resulta coptado por eso que está sucediendo, Nito muestra un potente accionar en un contexto hostil, apabullante. El cuento evoca una noche de Buenos Aires en los años `30: tiempos de golpe, torturas y espionaje.
La obra Ocho cartas para Julio, escrita por Gabriel Lerman y dirigida por Daniel Berbedés toma el nombre de ese personaje y lo posiciona en un diálogo epistolar con su amigo Julio Cortázar: selecciona un elemento de la ficción y lo lleva a una relación absolutamente verosímil.
Juan Palomino es encargado de interpretar a este amigo. Con su máquina de escribir como único elemento escenográfico, la esencia de la obra tiene el eje en las notas que redacta y lee.
La propuesta consiste en la lectura de ocho cartas que Nito intercambió con Cortázar, ordenadas cronológicamente excepto por una primera referencia anafórica que relata el exilio definitivo del escritor.
Nito es amigo y como tal se enoja y le cuestiona las actitudes por estar del lado de allá, por haberse ido justo ahora.
La construcción del clima es adecuada desde el sonido, la estética y la sobriedad. Dos talentosos músicos de jazz completan la escena, y recurren a distintos elementos desde lo instrumental y sus propias voces junto a la tecnología que habilita posibilidades infinitas.
La iluminación es clara y contundente: permite que el escenario se transforme en un espacio de profunda intimidad o se abra a la euforia en un momento de éxtasis.
Las referencias a los textos de Cortázar son deslizadas como anzuelos para el espectador que los pueda enganchar. Quien no cuente con esas competencias comprenderá la obra sin problemas, pero el plus de captar los guiños genera sonrisas extra.
En la dramaturgia se evidencia la decisión de atravesar el diálogo epistolar con los sucesos históricos que marcaron profundas diferencias: la caída de Yrigoyen, el peronismo, la revolución libertadora, Cuba, el Ché. Y estos elementos que definieron épocas, también son abordados desde la literatura a través de sus personajes y corrientes más emblemáticas: no armaste un manifiesto a La Florida, le reconoce Nito, directamente tomaste el mazo de cartas, mezclaste y diste de nuevo. Una catarata de suspiros emerge desde el público que valora de Cortázar la creación de un estilo propio que no existía.
Un momento épico sucede cuando el actor comparte la carta en la que habla del libro Las armas secretas. Brota la potencia de los músicos en su máxima expresión y Nito lee enardecido las palabras de su conmoción. Allí el escenario se amplía, las emociones se expanden. La entrega del elenco es notable. El público se zambulle en otra frecuencia. El jazz aparece como un sonido milagroso que convierte la melancolía en poder.
La experiencia propuesta desde esta obra invita al espectador a un recorrido histórico y literario, filosófico, amoroso.
Un trabajo en equipo con la particularidad de la lectura, con una vuelta de tuerca que logra que el público, cortazariano o no, se sienta testigo de un vínculo ficticio que trasciende lo testimonial para convertirse en un profundo momento de goce.
Pudimos conversar con Juan Palomino, actor de la obra, y Gabriel Lerman, su dramaturgo.
–HermanAfrodita: ¿Tuviste alguna participación en la creación del texto de la obra?
–Juan Palomino: Tuve alguna… por ejemplo: decidimos incorporar más mujeres, Pizarnik, las hermanas Ocampo, Nora Lange. Entendimos que faltaban mujeres…hay una cosa medio machista en la época. Me cuestiono también el cigarrillo (durante la obra enciende dos) pero si en el universo cortazariano no hay un cigarrillo prendido está faltando algo…
-HA: El personaje de Nito emerge del cuento La escuela de noche. ¿Hay alguna otra identificación o referencia con ese personaje?
-JP: Si bien tomamos el nombre de ese personaje, la idea que armamos con Lerman estaba anclada en las cartas que Cortázar intercambió con José María Arguedas. Cuando pensamos en hacer algo para el centenario de Cortázar (2014) yo pensé en un texto Arguedas, de El zorro de arriba y el zorro de abajo, llamado “No soy un aculturado”. Me parecía interesante plantear la interpelación de un amigo, que no sea porteño, que de alguna manera entienda la política desde otro lugar…y que sea peronista. Y a la vez que lo interpela lo admira, valora la magia de la locura, de la obra literaria, le dice: qué bueno, estás en Cuba, con el Comandante, hay algo nuevo, tu novela parte aguas. Se sale de su cosa cuadrada, de su nacionalimo ramplón, para entrar en una zona que lo desborda.
–HA: Hay algunas citas textuales de cuentos durante la obra
–JP: Intuyo que la gente que tiene conocimiento de Cortázar disfruta esos guiños, quien no lo conoce, escucha. Es una obra para escuchar.
-HA: La obra se presenta un miércoles en un formato particular, en un momento difícil para el teatro independiente. ¿cómo ves la realidad de la escena teatral hoy?
-JP: Hay dos realidades, como en el país: la de la calle Corrientes, que todavía tiene la posibilidad de sacar entradas en cuotas, que tiene público siempre. Pienso que el teatro como hecho vivo nunca va a morir, aunque pueda tener más o menos afluencia de público. Esta es una obra pequeña, no es para estar en la calle Corrientes. El teatro off para nosotros es un ejercicio para encontrarnos. Argentina tiene mucho público para el teatro: teatreros, directores, dramaturgos. El Estado tiene la obligación de generar fuentes de trabajo y hacer prevalecer la producción nacional, porque falta trabajo en la televisión, y no todos pueden trabajar en cine.
–HermAnafrodita: ¿Cómo decidiste el recorrido político y literario, los aspectos que elegiste destacar?
-Gabriel Lerman: Inicialmente fue una especie de rompecabezas: en uno de los ejes había una discusión más política, porque Cortázar era tratado de europeista. Es algo muy latinoamericanista: lo autóctono versus lo de afuera…cuando lo innegable es que nuestra cultura es mestiza. Ese es un eje político que a su vez se sobreimprime en la política argentina, la dualidad de peronismo e izquierda.
-HA: Es destacable la potencia del momento en que se menciona el cuento El perseguidor
-GL: Hay una cuestión con la música que no es menor: es otra parte del rompecabezas. Esto lo pensamos con mi hermano (Fernando Lerman, toca los vientos). En un plano distinto a la política, encontramos en la figura de Cortázar aparecía la música muy fuerte, el jazz, el tango. Es un eje más estético.
-HA: ¿El orden de las cartas es una decisión?
-GL: Excepto por un flashback, del momento en que se va de la Argentina, el resto es cronológico. En verdad solo por algunos días, Cortázar se fue y no volvió más, solo muy grande ya en el `84. Ese sería un eje histórico, ubicarlo en un momento de la Argentina.
-HA: Volvió desde las evocaciones
–GL: Claro: sin embargo mantuvo su literatura…que transcurría en Buenos Aires.
-HA: La mención a las mujeres es una innovación
-GL: Como nos hicieron notar que no había mujeres, lo actualizamos. Incluso desde la otredad política: se menciona a Pizarnik pero también a las hermanas Ocampo.
-HA: con respecto a la escena del teatro independiente, ¿cómo ves la actualidad?
-GL: Está complicado. Son tiempos de estar mucho con el celular… Lo que permite este lugar (el teatro Hasta Trilce) es armar otro tipo de salidas, porque te ofrece otro entramado: lo gastronómico, escuchar música, tomar algo. Están buenas las cosas que hace Dubatti, con la formación de espectadores… Cuando proyectamos esta idea yo flasheaba otras cosas: biodrama, proyecciones. Daniel (Berbedés, el director) estuvo bien al definir la puesta desde la actuación.
Sumamente agradecidas con la obra y sus trabajadores, les recomendamos esta propuesta encantadora.
Ficha técnica
Dirección
Daniel Berbedés
Actúa
Juan Palomino
Música original y vientos
Fernando Lerman
Piano
Leandro Kalén
Dramaturgia
Gabriel D. Lerman
Asistencia general
Ismael Santillán
Prensa
Simkin & Franco
Ocho cartas para Julio se presenta los miércoles de mayo y junio en el teatro Hasta Trilce, Maza 177 CABA.