La deuda de los siglos
Hoy los ogros ni se asomaron. No pudieron. Y no pudieron porque son absolutamente reconocibles, si se muestran ante nuestra luz. Hoy, por las calles de Sevilla y por las de España, Buenos Aires y una parte importante del mundo, las mujeres nos hemos dado la mano. Los motivos ya los conocemos; los ogros también. Hoy, a nosotras nos acompañan los hombres, muchos hombres de bien, en nuestra marea morada. Un señor con sus dos nietecitas lleva una pancarta que dice: «Os quiero libres, os quiero vuestras. Os quiero vivas«.
El poder se siente. La complicidad va en nuestros ojos. Nos miramos sintiendo el triunfo de la unión haciendo la fuerza, que no puede lograrse de otro modo; saltamos, gritamos reímos, bailamos… al ritmo del vivo mensaje con el que envolvimos al mundo: ¡La lucha será con nuestra Revolución! El mundo está en deuda con cada una de las mujeres, con las que fueron, con las que son… Con las que serán. He sido feliz en la marcha. No ha habido sombras, sólo muchas luces brillando más intensamente, cuanto más cerca estábamos. Quiero seguir teniendo la felicidad que me provoca sabernos juntas, aún cuando nos separe un mar. Tendamos puentes para unir nuestros corazones. Y para que no dejen de estarlo.
¡Feliz y bendita revolución!
Isa Riquelme Toscano