Lobo

Corre el lobo desbocado por la llanura

La mandíbula desgarrada,

De tanto cazar conejos imaginarios,

De morder con fiereza sueños idos.

La estepa solitaria es, en realidad

Una gramilla dura y lúgubre,

Tierra seca que se levanta hecha polvo

Y le muerde los ojos.

Pobre lobo, lobito,

Algún día tuviste estirpe

Te amaban y temían

Destrozabas venados milenarios

Y los engullías orgulloso.

Ahora sos una bola de piel vieja

Te devoran las garrapatas

Pero ni te das cuenta.

Lobito, de tanto andar solo

Te convertiste en perro viejo.

Ayer te dormiste, otra vez,

En plena tarde.

Soñaste con llanuras doradas

Y floridas.

Soñaste que copulabas salvajemente

Con una de tus lobas.

Soñaste que amabas y te amaban.

Soñaste que un aullido tuyo partía la tierra

En dos.

Despertaste con la mirada húmeda

Lo único húmedo que te queda.

Apenas podías moverte.

Tampoco pudiste llorar.

Esta llanura es otra cosa.

Es desierto

Es tumba infinita

Es sarcófago a cielo abierto

Y ahí vas muriendo

Sin darte cuenta.

Lobito, lobitillo, perro viejo

Ni siquiera entra en tu horizonte

Dejar de sufrir.

Un sol amarillento

Toca tu pelaje viejo,

Ajado.

Con puntadas inconcebibles

Te levantás.

¿Serás acaso el último lobo?

¿Se habrán ido todos a otra parte?

Tus patas con sangre seca entre las uñas

Avanzan temblorosas.

Se te escapa un gemido.

Ya no hay dónde poner tanto dolor.

Lobito, si pudieras al menos

Llorar

O partir esta tierra estéril, en dos,

Con un último,

Merecido,

Glorioso aullido.

Aunque ya sospechás

Levemente

Que este infierno llano

Es lo único que merecés.

 

Ana Marangoni

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